martes, 5 de marzo de 2013

Homenaje a Juan Belmonte en Capitanía General, un gozo para los sentidos

Tuve la suerte de asistir ayer al homenaje que la Cátedra General Castaños y la Cátedra Sánchez Mejías organizaron en honor de un torero genial, Juan Belmonte. Me enteré de casualidad a través de twitter y gracias a la gentileza del amigo Juan Carlos Gil, organizador del acto, pude disfrutar de una tarde única.

Fue una velada espectacular, un auténtico derroche para los sentidos. Un acto cultural tremendo con el rigor y seriedad que los militares saben darle a sus cosas. No tenía idea cuando llegué ni del programa del acto ni de lo que en el mismo iba a pasar, una pequeña sucesión de sorpresas, pues solo respondí a la llamada de un homenaje al Pasmo de Triana. Desde que un buen amigo me regalara un día como hoy de hace cuatro años el libro Juan Belmonte, matador de toros de D. Manuel Chaves Nogales quedé embaucado por la personalidad arrolladora de Belmonte. Como después comentara D. Eduardo Dávila Miura como componente de la mesa, yo también me enamoré de Belmonte a través de ese libro.

Foto: Vanesa Gómez (Abd de Sevilla)
El acto en sí constó de dos partes. La primera trató de una mesa redonda dirigida por el periodista y crítico taurino Emilio Trigo y formada por D. Carlos Núñez, Presidente de la Unión de Criadores de Toros, Dª Marilén Barceló, Doctora en Psicología por la Universidad Ramón Llull y el matador de toros D. Eduardo Dávila Miura. Comenzó Emilio Trigo haciendo una magnifica semblanza de quien fue Juan Belmonte en el mundo de los toros, así como ilustró a los presentes con los detalles más relevantes de la vida de tan genial artista. Tomó posteriormente la palabra Carlos Núñez para explicar cómo toreros geniales han ido siempre acompañados de ganaderos geniales que supieron ver los cambios que en la forma de torear se iban sucediendo. Pues fue Belmonte, quién quizás por esas limitaciones físicas o por su genialidad, estableció las bases del toreo moderno que conocemos hoy. Dávila con su gracia natural y simpatía expresó lo que ha sido Belmonte para él como torero que es y deleito a los presentes con fantásticas anécdotas que habían llegado hasta él, pues no conoció al Pasmo, a través de Espartaco padre y taurinos allegados. Anécdotas de hombre único.

La velada estaba siendo un verdadero gozo para los asistentes y saltó al estrado Dª Marilén Barceló para realizar una exposición soberbia desde el punto de vista psicológico de Juan Belmonte. Indagó en lo más profundo del artista, en su personalidad, en el gran tormento del hombre, la muerte. Analizó las motivaciones que llevarían  a Juan a poner fin a su vida, que no serían otras que no poder vivir en él, es decir, torear, montar a caballo y lo que más le gustaba acosar y derribar reses pues su enfermedad ya no se lo permitía. Y él siempre quiso ser dueño de su propio destino.

Una velada apasionante que tendría como colofón a tres artistas en el escenario Manuel Herrera a la guitarra, Juan Carlos Gil que recitaría unas bellas y toreras poesías y la cantaora onubense Rocío Márquez que demostró por varios palos porqué es considerada entre las mejores voces del flamenco actual. El cuerpo se erguía del asiento estremecido por el arte derrochado en el salón de actos de Capitanía General. Un verdadero disfrute para los sentidos.

Fue una tarde mágica de las que no se olvidan, que hacen que uno salga a la calle toreando y cantando como después de una gran tarde de toros. Actos como el de ayer son manifestaciones latentes de la cultura española y que no se llevarían a cabo si un hombre cabal no se hubiera jugado la vida delante de una fiera para crear arte.


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