miércoles, 15 de mayo de 2013

Los bueyes, animales que nos acercan a Dios

La desnaturalización de la sociedad es un mal endémico del mundo desarrollado. Nos hemos alejado del campo, de los animales, del aire limpio, de las viejas costumbres... Vivimos el día a día a un ritmo frenético en el que las horas pasan en una oficina, una clase o un taller y cuando llegamos a casa solo queremos tirarnos en el sofá y tragarnos lo que nos echen por la caja tonta. Y tonto nos estamos volviendo.
Hermandad del Rocio de La Palma del Condado
Foto: Jose María Pichardo

Pero, al menos en este mundo bullicioso del todo vale, de las prisas y el estrés, sigue quedando un reducto de lo que era la vida siglos atrás. Por Pentecostés continua  habiendo pueblos que se convierten en nómadas por una vez al año y que recorren caminos como lo hicieran sus antepasados. Las distancias dejan de marcarse en kilómetros y vuelven a usarse 'días de camino' como unidad de medida. Se sacan los carros y carretas y se engalanan para un viaje sin prisas, alegre y feliz, movidos solo por el saber que nos espera el ser amado. La fe en Dios y en la intercesión de la Virgen del Rocío mueve a miles de personas que van a su encuentro buscando lo que no hallan en su día a día.

Los Rocíos de ahora con neveras, coches, aire acondicionado y carretera poco tienen que ver con el de hace cincuenta años pero sigue manteniendo su esencia. El Rocío sirve para acercarnos a ese mundo ya olvidado, a la naturaleza, a comer bajo los árboles, a compartir lo que se tiene y a convivir con los animales. Sigo recordando la primera vez que vi las vacas coloradas  que llevaba la Carreta del Simpecado de la Hermandad de La Palma  descansando en casa de la familia Noguera, era un crío. Aquel rumiar lento y sereno mientras me miraba fijamente dejaría en mi una huella imborrable. Gracias primero a Joaquín, de Camas, y luego a Antonio Daza y su familia,  he podido comprobar como los bueyes entregan su esfuerzo para que los hombres podamos llegar al Rocío para encontrarnos con la Virgen. 

"Conoce el buey a su dueño" profetizó Isaías y así fue. Reconocieron a Jesús desde el momento de su nacimiento y con la lealtad y nobleza que los caracteriza  acercan los hombres a Dios a través de El Rocío y las Carretas que portan. Estos toros no se ganarán la fama en un ruedo, la gente no recordará su nombre por su forma de embestir, nadie pondrá un azulejo por su bravura infinita, pero yo todos los años recuerdo a Marismeño, Aldeano, Caminante, Relojera y Madroña por ayudar a mi pueblo de La Palma a acercarse más a Dios y a la Virgen del Rocio.



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