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Hermandad del Rocio de La Palma del Condado Foto: Jose María Pichardo |
Pero, al menos en este mundo bullicioso del todo vale, de las prisas y el estrés, sigue quedando un reducto de lo que era la vida siglos atrás. Por Pentecostés continua habiendo pueblos que se convierten en nómadas por una vez al año y que recorren caminos como lo hicieran sus antepasados. Las distancias dejan de marcarse en kilómetros y vuelven a usarse 'días de camino' como unidad de medida. Se sacan los carros y carretas y se engalanan para un viaje sin prisas, alegre y feliz, movidos solo por el saber que nos espera el ser amado. La fe en Dios y en la intercesión de la Virgen del Rocío mueve a miles de personas que van a su encuentro buscando lo que no hallan en su día a día.

"Conoce el buey a su dueño" profetizó Isaías y así fue. Reconocieron a Jesús desde el momento de su nacimiento y con la lealtad y nobleza que los caracteriza acercan los hombres a Dios a través de El Rocío y las Carretas que portan. Estos toros no se ganarán la fama en un ruedo, la gente no recordará su nombre por su forma de embestir, nadie pondrá un azulejo por su bravura infinita, pero yo todos los años recuerdo a Marismeño, Aldeano, Caminante, Relojera y Madroña por ayudar a mi pueblo de La Palma a acercarse más a Dios y a la Virgen del Rocio.
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