Hace tres navidades gracias a la generosa invitación de José Luis, responsable de tan legendario hierro, realicé una de las tareas mas bonitas del campo bravo, el herradero de machos. Era una mañana húmeda de Enero y por la manga de El Campillo iban pasando los añojos para ser marcados fuego. En un lugar prudente para no molestar ví como iban siendo marcados con mimo y cariño los primeros machos de la camada, a la vez que aprovechaba la ocasión para preguntar a la veterinaria, enviada por la Unión, sobre todas las dudas que me iban surgiendo. Al cuarto o al quinto me dieron la alternativa con el hierro de la 'C' y la 'S' y marqué por primera vez un novillo, un añojito salpicado, que no había forma de que estuviera quieto en el cajón como bravo que era. Ya fue un no parar en toda la mañana intentando ayudar en tan ancestral costumbre de marcar el ganado. Fue una mañana mágica de las que solo se viven una vez y reafirman una afición en algo más que el toreo, en una forma de amar el rito y las costumbres que ponen al hombre al servicio del toro.
Resulta que esos añojos cuyo herradero presencié ya son utreros con cuajo y entregarán su vida este fin de semana. Por muchos motivos mi corta vida de aficionado está ligada a esta divisa, el primer tentadero que viví fue en la placita de El Campillo, he dado de comer a sus vacas y puedo disfrutar de esta afición de una manera diferente gracias a José Luis que me echo un capote en un momento clave. Es por eso que quiero estar presente cuando salga uno de los últimos vazqueños el próximo domingo al ruedo de las Ventas.
Esta ganadería legendaria sigue viva gracias a la familia García-Palacios, supieron sacarla de un momento delicado y darle salud y vida a un hierro que ha sido participe de muchos de los acontecimientos más importantes de la historia del toreo en el siglo XX. No solo una afición desmedida es necesaria para mantener este legado, sino, una profunda responsabilidad y respeto hacia la historia del toreo y del campo bravo, pues valga de ejemplo que un toro de esta casa encumbró al mismisimo Juan Belmonte en Madrid.
Estos son los últimos Concha y Sierras retratados por Vicente Medero en las dehesas de Huelva.
Supongo que como buen aficionado, sabrás que las raíces de ésta ganadería son de mi pueblo no? Era uno de los muchos hierros ganaderos que en su época poblaban las marismas del Guadalquivir, junto con los Pablo Romero, Pérez de Concha, incluso los Miura llegaron a pastar en aquellas tierras.
ResponderEliminarClaro! los perez de la Concha vienen de Concha y Sierra y bueno esta también la desgraciada historia de Pascual Márquez, torero de la casa y de la comarca que lo mato un toro en Sevilla de Concha y Sierra. Una pena que se vayan tan lejos...
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